Hola de nuevo, hace tiempo que no
publico nada, no es por falta de ganas, sino más bien por impotencia de no
saber manejar el blog, como a mí me gustaría, por eso de momento, voy a intentar organizarme y correr todo lo que pueda para publicar todos los trabajos que tengo atrasados, que son muchos.
Bueno estamos en Navidad, y como
loco deseando de comenzar a hacer tartas. Por lo pronto, comienzo a comentarle
a los amigos que he empezado a hacer tartas de fondant, no tengo muchos
artilugios o moldes como para hacer figuras, pero un conocido que tiene una
cafetería me comenta el tema de poner una tarta a la venta en porciones. Así
que ahí voy yo con toda mi ilusión y preparo una tartita algo navideña, para
atraer a la gente.
Tengo que admitir, que la gente con las tartas fondant tienen miedo y como que comprarlas en porciones no es algo que les atrae demasiado, quizás porque sean unas tartas que suele ser cuanto más personalizadas mejor, y las horas de trabajo que conllevan como que no están dispuestas a pagarlas.
También he de admitir que la tarta, aunque riquísima, no se vendió pero el conocido, picado por la curiosidad se la comió en familia, y según me comentó le supo a gloria.
Hay
Que reconocer, que aunque hecha con toda la ilusión del mundo, la verdad al ser
de las primeras y con muchas posibilidades por descubrir, no es que tuviera una
decoración que tuviéramos que decir que era una obra de arte. Una cucada, si.
Que quedó bonita también, pero no más que simple y bonita, que son los
adjetivos.
El
bizcocho era el madeira sponge cake, bañado en abundante almíbar de cereza, y
con ganaché de chocolate negro. O sea, parecía que te comías unos famosos
bombones con licor de cerezas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Vuestros comentarios alimentan mi blog.