Me llego a la farmacia del barrio, en
la que trabajan unas chicas muy pacientes y simpáticas, y les comento que si
querían probar las tartas de San Valentín, pero cómo no? Estas mujeres de hoy en día están siempre a
dieta y sopesando la cantidad de calorías que comen. Pero Eugenia, la dueña de
la farmacia me dice que bueno que haga una para la farmacia. Así que visto lo
cual no podía ser una tarta de San Valentín, ya que se trataba de mantener el
buen ambiente laboral que ellas tienen, y pensé que por qué no coger el símbolo
de la farmacia y hacer una tarta con él.
Dicho y hecho, pero en esta ocasión,
volví al almíbar de cereza y al ganaché de chocolate negro.
Sólo decir que les encantó la tarta, y
tanto fue así que Eugenia le hizo una foto y la puso en el Facebook de la
farmacia.
Gracias Eugenia por confiar en mí y
apoyarme en esta nueva singladura de mi vida.
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