Hace tiempo
que no sé nada de Ana, una antigua compañera de trabajo, a la que apreciaba
muchísimo, y gracias al Facebook, me entero que está pasando una rachilla mala
de salud.
Quedamos para
tomar un café un domingo y para ponernos al día de cómo nos iba. Recordaba que
en una ocasión le regalé una tarta de chuches para su cría y que está llevaba
unas gominolas con forma de caracoles, que por lo visto eran los bichitos que
más le gustaban a la cría. Así que intentando hacer un caracol para ponerlo
encima de la tarta, se me apareció un ojo con una sonrisa enorme, y dije, bueno
han pasado algunos años, y ahora a Eva seguro que le gustan otras cosas y ……
Bueno, como he
escrito anteriormente, me encantan las tartas de fondant blanco, ya que son
como lienzos en los que comenzar a plasmar ideas.
Pues ahí
vamos, un ojo, la sonrisa, otro ojo, y por qué no una lengua y esto es una
rana¡¡¡
Pues sí. De
Caracol pasé a Rana, y todo el que veía la tarta tenía una risa, por lo
simpática que quedó¡¡.
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